lunes, 10 de agosto de 2009

BAGUA, DESPUÉS DE TANTAS PALABRAS…

Hace poco más de dos meses se desató un infierno terrenal en la región Amazonas, en plena selva peruana. Las escenas del enfrentamiento en la llamada Curva del Diablo, por un tramo de la carretera Marginal de la Selva, entre las fuerzas policiales y los manifestantes nativos, y las fotos de las represalias de los nativos contra los policías secuestrados en la estación 6 de Petroperú dieron la vuelta al mundo, sobrecogiendo por la extrema violencia de ambos bandos. Hoy, en el día internacional de los pueblos indígenas, es posible ver los hechos con mayor información, reflexión y evaluación, condición necesaria para ayudar a sanar las heridas y evitar otros hechos similares a futuro.
La abogada Ana María Vidal nos recordó que el conflicto amazónico se remonta a noviembre del 2007, cuando el presidente Alan García publicó en el diario El Comercio sus artículos del perro del hortelano, promoviendo grandes inversiones en forestación maderera. Sin embargo, el mandatario omitió mencionar a los pueblos indígenas. Vidal anota también que el 12 de diciembre del 2007 García pidió al Congreso de la República facultades para legislar en temas referentes a la implementación del TLC con los EE.UU. Algo que el Congreso atendió apenas una semana más tarde, dándole al Ejecutivo esas facultades por seis meses. Gracias a esto, el 28 de junio del 2008, poco antes de que acabe el plazo para legislar, el Ejecutivo presentó numerosos Decretos Legislativos, algunos regulando hasta las universidades. Y en agosto y septiembre empezó la primera ola de protestas y paralizaciones de los pueblos indígenas en contra de estos decretos.
Esta protesta, liderada por la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP), que agrupa a 1.350 comunidades nativas, llevó a que el Congreso derogue el DL 1015 (la llamada “Ley de la selva”), que permitía comprar con el acuerdo de tres personas toda la propiedad de la comunidad. Otros decretos como el 1073 o el 1064 no fueron derogados, comprometiéndose el Congreso a evaluarlos a la brevedad posible. Considerando este acuerdo, los nativos suspendieron sus medidas de lucha. Al no haber avances, los indígenas enviaron numerosas cartas al Legislativo recordándole su compromiso, pero no se dio ningún paso en esa dirección. Salvo que en diciembre del 2008, la Comisión de Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuanos del Congreso de la República presentó el informe de una comisión especial, sustentando la inconstitucionalidad de los DL 1064, 1080, 1081, 1089 y 1090.
Ante la inercia del Estado, el 9 de abril del 2009 se reiniciaron las protestas en la Amazonía, pero sólo al interior de las comunidades base de AIDESEP. Lo cual dio lugar a tomas de carreteras, movilizaciones y conversaciones entre la dirigencia indígena y el primer ministro. Pese a esto, como escribió la socióloga Anahí Durand, el Congreso siguió dilatando la discusión de los decretos cuestionados y el Ejecutivo continuó desprestigiando al movimiento. La huelga continuó, hasta que el viernes 5 de junio, a casi dos meses de iniciada la protesta, un fatídico día del ambiente, se decidió “imponer la autoridad”, con los resultados ya conocidos. Sobre los hechos de la estación 6, son pertinentes las palabras de un estudiante huambisa con residencia en Lima: “En la cultura aguaruna existe una norma que se llama el equilibrio de poder. Tradicionalmente, si dos familias se enfrentaban, y un miembro de una familia era victimado por un miembro de otra familia, era deber de esa familia vengar la muerte de la persona. Cuando la población que estaba protestando en la Estación 6 se enteró del desalojo y algunos muertos aguarunas en la Curva del Diablo, ellos pusieron en práctica esa norma tradicional”.
Así, hoy podemos concluir que los peruanos nativos que estuvieron protestando en los dos escenarios no eran ningunos salvajes sedientos de sangre, ni estaban movidos por los hilos del chavismo o el Partido Nacionalista. Fue básicamente un conflicto social que surgió del diálogo de sordos entre el proyecto del gobierno y el descontento de los amazónicos. Algo que los antropólogos y los mismos nativos nos han ayudado a comprender en las últimas semanas. Sin embargo, queda el reto de que esos aportes sirvan para ayudar a transformar una realidad altamente injusta y, por lo tanto, conflictiva.
Raúl Chacón Pagán. Fuente:http://elecochasqui.wordpress.com/2009/08/09/el-e-cochaski-n%C2%BA-24/ TIERRA Y LIBERTAD Marco Arana

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